La Mujer y la Vida Cotidiana en el Antiguo Régimen


Musicaliza esta página Gaspar Sanz "Marionas" (1674)

Demografia y Condiciones de Vida


   "Nuestra familia no cesaba de aumentar y la cuna estaba constantemente ocupada, aunque, ¡ay¡, la mano estranguladora de la muerte nos había arrancado de ella a alguno de sus pequeños ocupantes. Hubo tiempos, tengo que confesarlo, en que me parecía cruel llevar hijos en el vientre para perderlos luego y tener que enterrar amor y esperanzas en sus pequeñas tumbas (...). La mayor de mis hijas, Cristina Sofía, no vivió mas que hasta la edad de tres años, y también mi segundo hijo, Christian Gottlieb, murió a la más tierna edad. Ernesto Andrés no vivió más que unos pocos días más, y la niña que le siguió, Regina Juana, tampoco había llegado a su quinto cumpleaños cuando dejó este mundo. Cristina Benedicta, que vio la luz un día después que el del Niño de Belén, no pudo resistir el crudo invierno y nos dejó antes de que el nuevo año llegase a su cuarto día (...) Cristina Dorotea no vivió más que un año y un verano, y Juan Augusto no vio la luz más que durante tres días. Así perdimos siete de nuestros trece hijos, (...) bondadosas mujeres de la vecindad trataban de consolarme diciendome que el destino de todas las madres es traer hijos a este mundo para perderlos luego, y que podía considerarme feliz si llegaba a criar la mitad de los que hubiese dado a luz.

La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach.

"Al estar paralizados todos los ramos de actividad, los empleos cesaron, desapareciendo el trabajo y, con él, el pan de los pobres; y los lamentos de los pobres eran, ciertamente, muy desgarradores al principio, si bien el reparto de limosnas alivió su miseria en ese sentido. Cierto es que muchos escaparon al campo, mas hubo miles de ellos que permanecieron en Londres hasta que la pura desesperación les impulsó a salir de la ciudad, al solo fin de morir en los caminos y servir de mensajeros de la muerte, pues hubo quienes llevaron consigo la infección y la diseminaron hasta los confines más remotos del reino.
Muchos de ellos eran los miserables seres de objeto de la desesperación a que he aludido antes; y fueron aniquilados por la desgracia que sobrevino después, pudiendo decirse que perecieron, no por la peste misma, sino por sus consecuencias; señaladamente, de hambre y de escasez de todas las cosas elementales, sin alojamiento, sin dinero, sin amigos, sin medios para conseguir su pan de cada día ni nadie que se lo proporcionase, ya que muchos de ellos carecían de lo que llamamos residencia legal y por ello no podían pedir nada a las parroquias. (...).
Todo ello, si bien no deja de ser muy triste, representó una liberación, ya que la peste, que arreció de una manera horrorosa desde mediados de agosto hasta mediados de octubre, se llevó durante ese tiempo a unas treinta o cuarenta mil personas de estas, las cuales, de haber sobrevivido, hubieran sido una carga demasiado pesada debido a su pobreza.”
Daniel Defoe. Diario del año de la peste (referido a la epidemia de 1722).


   "En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitoiros, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el oficial de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente no había ninguna acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de la vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de algún hedor.

Y, como es natural, el hedor alcanzaba sus máximas proporciones en París, porque París era la mayor ciudad de Francia. Y dentro de París habia un lugar donde el hedor se convertía en infernal, entre la Rue aux Fers y la Rue de la Ferronnerie, o sea, el Cimetière des Innocents. Durante ochocientos años se había llevado allí a los muertos del hospital Hôtel-Dieu y de las parroquias vecinas; durante ochocientos años, carretas con docenas de cadáveres habían vaciado su carga día tras día en largas fosas y durante ochocientos años se habían ido acumulando los huesos en osarios y sepulturas. Hasta que llegó un día, en vísperas de la Revolución Francesa, cuando algunas fosas rebosantes de cadáveres se hundieron y el olor pútrido del atestado cementerio incitó a los habitantes no sólo a protestar, sino a organizar verdaderos tumultos, en que fue por fin cerrado y abandonado despues de amontonar los millones de esqueletos y calaveras en las catacumbas de Montmarttre. Una vez hecho esto, en el lugar del antiguo cementerio se erigió un mercado de víveres."
Patrick Süskind. El Perfume.

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La Mujer en el Antiguo Régimen

"Durante el Antiguo Régimen, el concepto que se tenía de la mujer y de su papel social sufrió importantes modificaciones. Las nuevas pautas, introducidas en el siglo XVI a partir del humanismo cristiano propugnado por Erasmo de Rotterdam, no rompieron del todo con la misoginia heredada de los tiempos medievales. Si bien encontramos mujeres humanistas, cultas e independientes, como Doña Mencía de Mendoza, el cometido de la mujer es fundamentalmente doméstico. Tres son sus funciones básicas: ser buena madre y esposa, ordenar el trabajo doméstico, y perpetuar la especie humana. Fray Luis de León en su obra La Perfecta Casada recoge la doctrina del Concilio de Trento y traza el perfil ideal de la mujer: modesta, recatada, obediente, sacrificada, defensora del propio honor y del familiar, educadora de los hijos, etc. Pero este perfil no era del todo real. En la España del siglo XVII eran corrientes las relaciones prematrimoniales, y como no se contraía matrimonio por amor, abundaban el adulterio, los hijos bastardos y el aborto."

1. Las virtudes femeninas
En primer lugar, conviene hacer un análisis de aquellas cualidades que, según una sociedad masculina y, en gran medida controlada por la Iglesia, debían adornar la condición femenina. A la cabeza de todas seencontraba la castidad ya que, según la literatura médica de la época, para las mujeres la satisfacción erótica era una necesidad biológica, de la que se derivaba una voracidad sexual insaciable, de ahí que hubiese que protegerlas de mismas poniéndolas a resguardo de cualquier tentación. En segundo lugar, la fidelidad, puesto que las mujeres son propiedad sexual de los hombres, cuyo valor disminuiría si las usara alguien que no fuera su propietario legal. Por otro lado hay que pensar que, de no darse la fidelidad femenina, la legitimidad de la descendencia estaría en entredicho. Así, desde este punto de vista, el honor masculino dependía de la castidad.
Y en relación con estas virtudes, el pudorpuesto que la timidez se consideraba un signo de distinción social y moral-, la delicadeza y la ternura, todas ellas concebidas a mayor gloria y satisfacción de su compañero masculino, ante quien debía practicar las actitudes del silencio y la obediencia, de modo que el ideal femenino consistiese en no notarse, en estar ausente.

2. Las virtudes matrimoniales
Por lo que sabemos, los intereses económicos constituían el primer factor en la elección de una pareja, aunque esto no impedía que también existieran consideraciones románticas. Pero como el matrimonio estaba diseñado para proporcionar socorro y apoyo a ambas partes, los factores materiales eran determinantes. A menudo eran los padres quienes decidían el matrimonio, y de los futuros marido y mujer se esperaba que fueran obedientes a las decisiones tomadas por los padres. En cualquier caso, la finalidad fundamental del matrimonio era la reproducción de la especie, y si la mujer tenía un papel en la vida adulta, ese papel era el de madre y procreadora. El matrimonio en la Edad Moderna lo era, en principio, para siempre, y sólo en algunos casos se podían encontrar motivos para la separación o anulación. Entre ellos estaban la consanguinidad (parentesco entre los esposos), la impotencia (imposibilidad en el varón de realizar el acto sexual), la lepra (enfermedad infecciosa crónica) y la apostasía (abandonar la fe católica).
3. Maternidad
En la Edad Moderna, la mayoría de las mujeres acababan siendo madres, y la maternidad era su profesión y su identidad. Su vida adulta era un ciclo continuo de embarazo, crianza y embarazo. Y lasmujeres ricas todavía tenían más hijos que las pobres, por la necesidad de asegurar la descendencia, única forma de garantizar una transmisión de la riqueza. Tener hijos constituía una carga y un privilegio de modo que la mujer que paría era mimada y festejada.

4. Educación
Teniendo en cuenta todo lo dicho, es fácil hacerse una idea de lo que la mentalidad de la época pensaba que debía ser la educación de las mujeres. Puesto que serían madres, había que inculcarles unos determinados valores religiosos y morales que trasmitirían a sus hijos,y dado que habrían de atender a la casa, sería preciso enseñarles a coser, a cocer el pan, hacer las camas, tejer, bordar y zurcir calcetines. De esta manera estarían preparadas para su futuro trabajo como esposas. Por lo demás, las niñas pueden aprender a leer porque la lectura fija las enseñanzas de la religión, pero la sociedad no tiene necesidad de que sepan nada más. Resumiendo, podemosdecir que el aprendizaje de las niñas no iba más allá de los rudimentos de lectura, escritura y cálculo, puesto que no necesitaban más para lo que luego iban a hacer. Esta realidad no se contradice, sin embargo, con el hecho de quea partir del Renacimiento importantes personalidades del mundo de lacultura se muestren partidarios de la educación femenina. El humanista español Juan Luis Vives llega a decir que los vicios de las mujeres tienen su origen en la falta de educación, por lo que se muestra partidario de la instrucción femenina. Erasmo afirma que el acceso de la mujer a la cultura favorecerá un mejor entendimiento entre los esposos. Y Lutero considera que la educación femenina es imprescindible para la lectura de la Biblia. En realidad el mayor apoyo a la instrucción femenina procede del protestantismo, ya que si todos los creyentes deben llegar a una alianza con Dios, y éste habla por medio de las escrituras, todos tienen que aprender a leer.